Con el inicio del curso después de las vacaciones no podemos decir que estemos recibiendo noticias súper positivas. Al contrario. La guerra, la crisis energética o el enfriamiento de la economía han encendido todas las alarmas… Los economistas advierten de que “el panorama no es nada alentador”, que “se avecinan tiempos duros” y la palabra que aparece en su bola de cristal es: recesión.
Técnicamente llamamos “recesión” al empeoramiento de una economía durante al menos dos trimestres consecutivos. En nuestro caso, el segundo trimestre ha dado síntomas de agotamiento (tasa de inflación del 10,8 y aumento -leve- del desempleo en un mes -julio- que acostumbra a comportarse mejor). Si el tercer y cuarto trimestre consolidan una disminución del consumo, de la inversión y de la producción de bienes y servicios estaremos inmersos en la tan temida recesión.
La economía frena de forma violenta. Eso provoca despidos y aumento del desempleo, lo que produce mayor disminución del consumo y sensación de inseguridad. Los bancos centrales tratan de combatir las recesión principalmente mediante la disminución de los tipos de interés.
La situación actual de subida de los tipos de interés que ya eran bajos e incluso “0” era necesaria. Si tenemos en cuenta que la tasa de ahorro de las familias en España ha bajado del 8,3% en 2021 al 0,8% en 2022, parece una medida lógica si se trataba de enfriar una economía “recalentada”. Si baja el consumo, aumenta el ahorro.
Hay una desaceleración constante. También es muy común que la tasa de inflación (el aumento de los precios) baje en las recesiones por la caída del consumo. No olvidemos que la tasa en nuestro país había crecido hasta los dos dígitos. Aunque también puede producirse una deflación (bajada de precios) que entraña el riesgo de entrar en una espiral de bajada de precios con la consiguiente bajada del margen de beneficios que puede ser especialmente peligrosa.
Encefalograma plano. Existe un tercer escenario conocido como estanflación, economía estancada, subida de precios y aumento del desempleo. La estanflación produce el empobrecimiento de la población y complica la salida de la recesión, ya que tanto gobiernos como bancos centrales tienen dificultades para tomar medidas correctivas ante esta situación.
Hemos salido de otras recesiones y, sin duda, saldremos de esta cuando llegue. Otoño se plantea con incertidumbre y el cuarto trimestre con dudas, pero ya hemos vivido situaciones complejas y sabremos cómo resolverlas. El fantasma de la próxima Navidad no nos va arruinar la ilusión. Estemos atentos y como siempre: “cabeza fría y corazón caliente”.
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